martes, 26 de abril de 2011

Réquiem por "Los Carracos"

From Lugares Comunes

Martín Yebra murió en León a la edad de 88 años. Dicho así, sólo se puede comentar eso de “todos firmaríamos por llegar a esta edad” o “ya sabemos que aquí no se queda nadie”
Pero Martín era el más pequeño de “Los Carracos”, de Sorribas. Y con él se ha acabado una forma de entender la vida y una familia, la mía paterna, que representaba los valores recios de un tiempo ya pasado.
“Los Carracos”, mezcla de sangre en nuestros antepasados de la montaña lucense, venidos al Bierzo (Iglesia del Campo, Villadecanes, Villamartín…) y de Cacabelos. Angustias y Francisco fundaron su hogar y más tarde construyeron su casa labriega, en Sorribas.
En el período inmediatamente anterior a la Guerra Civil, con el empuje de los hijos mozos, hicieron lo que entonces se llamaba “un buen capital”, plantando numerosas viñas en el altiplano de Iglesia del Campo y en las laderas de Sorribas. Llegaron a ser una familia que en Cacabelos “se manejaba”, y “era respetada”, si bien lejos de los terratenientes del pueblo.
El amor al trabajo, la honradez, la austeridad y la palabra dada fueron sus señas de identidad.
El espíritu aventurero de Ángel, que le llevó a Argentina, el trabajo callado y tenaz y amor a los suyos de Encarnación y Ricarda, la ironía socarrona de Antonio, la alegría y la imaginación de Paco, la seriedad en la vida y el espíritu de trabajo de Juan, (mi padre) y la mesura, trabajo y espíritu de cabeza de familia de Martín, aun siendo el más pequeño…se han acabado para siempre.
Cierto que los que llevamos su apellido intentamos construir nuestras vidas con una parte de la filosofía de la familia…pero ninguno de nosotros ha continuado labrando la tierra, cosa que nos distinguía; los tiempos y los valores, además, ¡son tan diferentes!. El hedonismo consumista actual y el amor al ocio, poco tiene que ver con los valores de “Los Carracos”.

From Lugares Comunes


En la llanura de Iglesia del Campo, donde tantas pozas para las cepas cavaron Paco y Juan, tantos garbanzos arrancaron Encarnación y Ricarda, tantos surcos con las vacas dio Antonio y tantas podas y manos de sulfato repartió Marín, y en el día su entierro, estas líneas quieren ser un homenaje humilde a una familia que vivó con dignidad en esta hermosa tierra.