miércoles, 25 de mayo de 2011

Porfirio

Porfirio (I) by fyebra
Porfirio (I), a photo by fyebra on Flickr.

Dueño del Bar Castro, o Castro, o Ben Barek...conocido de cualquiera de estas formas por distintas generaciones de bercianos. Con todos estos nombres se le identifica con ideas de izquierda, radicales y revolucionarias.
La primera vez que entré en su bar, yo, muchacho fatuo del Cacabelos pretendidamente cosmopolita de los 70, me causó una fuerte impresión, como de una época pasada. No parecía ni siquiera un bar sino más bien una taberna: el mostrador de mármol, irregular y no de una pieza, las paredes, las mesas...
La gente mayor que sabía que cortejaba en Villadepalos, sin embargo, me preguntaban si había probado “os peixes” de Ben Barek...
Poco a poco empecé a frecuentar el bar: el café era bueno y el trato humano, despojado de la altanería de adolescente, cálido, acogedor, cercano.
Buenos amigos de mi suegro, Bautista, Porfirio y su mujer, Luisiña, me dispensaron gran cariño, conservado y acrecentado con el tiempo.
Persona de fuerte carácter, de expresión radical en la manifestación de sus ideas políticas y afición por el fútbol... ¡cuántas veces le tiré del genio con su Bilbao, que no ganaba ya como antes y él me replicaba con la retahíla de los robos del Madrid! Enseguida se daba cuenta de que lo hacia por tirarle del genio y se reía...
Además del bar, su taller constituyó su ocupación profesional.
El taller, todavía en pie, era un pajar habilitado, desordenado, con más pinta de fragua que otra cosa.
Siendo Porfirio tan “favorable”, a su taller se podía acudir para una pequeña chapuza o para pedirle alguna herramienta.
De conversación amistosa, sus historias del fútbol de la época histórica del pueblo o de hechos de su juventud, eran fuente de conocimiento de la intrahistoria local.
Desde hace unos cuantos años las enfermedades empezaron a hacer mella en él. En principio siguió “trasteando” por el taller, pero todo se acaba...
En el verano de dos mil ocho, en un par de tardes, realicé un pequeño reportaje en su taller. Se mostró “coqueto” y prefería posar más que reproducir la cotidianidad de su quehacer.


Porfirio (II) by fyebra
Porfirio (II), a photo by fyebra on Flickr.


En el verano pasado lo encontré en un proceso de deterioro avanzado, provocado por esa enfermedad que despoja de la memoria todo lo que no sea del pasado más remoto. A pesar de ello charlamos unas cuantas veces de temas de su juventud. En estas vacaciones de Semana Santa lo encontré sombrío y me dijo que estaba “jodido” y no mostró ganas de entablar conversación...
El tiempo, inexorable en su discurrir, nos va mostrando estas manifestaciones amargas de su paso. Pero yo quiero, con este pequeño homenaje, recordar su gran humanidad