viernes, 7 de septiembre de 2012

Se van las cigüeñas con el verano....

From Lugares Comunes



Antes del final del invierno, por San Blas, las cigüeñas ocupan los campanarios de las iglesias y catedrales, las copas de los árboles altos y, de manera espectacular e invasiva, las torres de alta tensión, en los valles.
Reacondicionan sus nidos, con nuevos aportes de ramas, hasta dejarlos consistentes y protectores y comienzan el apareamiento y la cría.
El crotoreo resuena constante y rompe el silencio de los pueblos, en las mañanas frescas y en los atardeceres rojizos.
Cuando los labradores abren con su arado el campo en primavera, acuden en busca de comida, acompañándolos en su tarea. No recelan de la compañía humana de los labradores…
En las zonas húmedas, de pastizales o humedales, o en las aguas remansadas de los ríos, picotean sin descanso en busca de insectos, peces o pequeños reptiles, caminando con la lánguida elegancia de dama decadente.
Componen una de las más bellas estampas de la primavera.

A medida que avanza el verano, cumplido ya el deber reproductor, comienzan a verse los nidos silenciosos y vacíos. Algunas se resisten a abandonarnos e incluso picotean en los campos amarillentos de rastrojo. Pero, inexorablemente, en Agosto, los campanarios se despueblan….
Del mismo modo que no todos los humanos no se resignan a los dictados del destino, en este verano, esta pareja se negaba a abandonarnos y las puede admirar todos los días en un prado en Villadepalos, entre los inclementes rayos del sol y  la sombra de los chopos….Pensaba “nos negamos a que acabe el verano y nos resistimos a la ya próxima rutina, de la ciudad yo, y de las tierras más áridas ellas…”

From Lugares Comunes
En los últimos días de agosto, de visita a Zamora, contemplaba el estallido rojo en las delgadas y negras nubes de un hermoso atardecer, desde el Castillo, mientras veía como  el Cid perseguía con rabia y dolor a los que habían dado muerte a su amigo del alma y rey, una bandada enorme de cigüeñas, con majestuoso vuelo, regresaban del Duero a la ciudad y se aposentaron en sus nidos, ocupando totalmente las torres de las iglesias de la vieja ciudad y su hermosísima catedral.
La imagen me pareció de una serena belleza que ya no podía esperar como regalo de un atardecer de finales del verano.
No eran dos las que no se resignaban a su destino. Eran una colonia entera.
¿Resistirán todas el crudo invierno de las tierras llanuras zamoranas?¿Las cigüeñas zamoranas han bebido del espíritu austero y resistente ante la adversidad de la gente de la planicie central española? ¿Los pobladores de la dura estepa resistirán más que los del fértil valle del Bierzo?


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