viernes, 12 de octubre de 2012

Fin de viaje


fin de viaje


Aquí están, en la última roca, agreste, de Europa, que se adentra en al mar densamente azul.
Los romanos y los pueblos que habitaban estos lugares antes de su llegada veían en su horizonte, al atardecer, el abismo.
Un hombre los dejó cuidadosamente colocados sobre su camisa, mirando al mar, en  el fin de la tierra. Al final del día contemplaran como el Sol se esconde en el océano y tiñe las aguas de rojo.
Los verdes y lluviosos valles navarros, de suaves colinas; la rojiza llanura riojana, salpica de oteros y viñas; la inmensidad  castellana, dorada y solitaria; la altiva entrada a la verde olla del Bierzo y la dura salida hacia las tierras gallegas, plenas de constantes y verdes valles no acabaron  con su determinación: llegar hasta el final.
Tampoco lo rindieron el cierzo persistente de los primeros días, ni los aguaceros duros y fríos de finales de primavera, ni el sol abrasador de los trigales castellanos, ni los agotadores valles galaicos.
Ha llegado al final de su viaje. Quizás era el largo viaje, el tiempo que debía emplear y encontrar el sentido, perdido de su vida, el objetivo.
No está cansado después de estos dos agotadores meses, de extenuantes caminatas diarias, con el viento, la lluvia y el calor como compañeros inseparables.
No ha llegado harto al final, ni ha sentido liberación después concluir un camino que empezó sin valorar las dificultades que debía de superar. No ha arrojado de forma descuidada la camisa y los playeros. Ni de manera violenta. Ha dejado la camisa caer sobre la roca y ha colocado los playeros ordenadamente sobre ella, para que el viento no se la lleve antes del atardecer y la Luna recoja su sufrimiento y sus sueños.
Posiblemente se quedó un largo rato, absorto, contemplando el mar y repasando estos dos últimos meses, sin decidirse a dar media vuelta para reanudar su quehacer cotidiano…
¿Habrá resuelto sus dudas? ¿Acaso estos dos meses no han sido más que un paréntesis y deba de afrontar la verdad mientras vuelve a su casa?¿La verdad será la misma a la vuelta?
Es mediodía. Hay una luz muy dura y demasiada gente intentando llevarse un recuerdo efímero del fin de la tierra… La foto me saldrá mal…Pero algo me empuja a encuadrar y disparar; posiblemente sus pensamientos que se han quedado aquí, en el viento.
Me alejo lentamente, subo al coche y bajo despacio al pueblo. Pido un ribeiro para comer, lleno la copa y la levanto, por ti, hombre desconocido, pero que ya quedarás para siempre en mi memoria geográfica.


 

1 comentario:

Carlos de Francisco dijo...

Paco,muchas gracias por tus palabras que son una gran ayuda en estos momentos. Te escribo aquí porque no tengo otra dirección tuya.
Un fuerte abrazo, amigo.
Carlos