viernes, 19 de marzo de 2010

Miguel Delibes, nos quedan sus palabras...

(...) y, al oírlo, el Azarías perdía la noción del tiempo, la conciencia de si mismo, y rompía a correr enloquecido, arruando, hollando los piornos, arañádose el rostro con las ramas más bajs de los madroños y los alcornoques y, tas él, implacable, saltando blandamente de árbol en árbol, el cárabo, aullando y carajeándose y, cada vez que reía, al Azarías se le dilataban las pupilas y se le erizaba la piel y recordaba a la milana en la cuadra, y apremiaba aún más el paso y el cárabo a sus espaldas tornaba a aullar y a reir y el Azarías corría y corría, tropezaba, caía y se levantaba, sin volver jamás la cabeza(...)

(...) ¡uuuuuh!,

pero el Gran Duque no acudió a la llamada, y entonces, el Azarías se sorprendió e hizo de nuevo,

¡uuuuuh!,

pero el Gran Duque no acudió a la llamada, del Azarías,

¡uuuuuh!,
terco, por tercera vez, pero, dentro ¿el tabuco, ni unruido, con lo que el Azarías empujó la puerta, prendió el aladino y se encontró al búho engurruñido en un rincón y,al mostrarle la picaza desplumada, el búho ni ademán yentonces, el Azarías, dejó la pega en el suelo y se sentó junto a él, le tomó delicadamente por las alas y lo arrimó a su calor, rascándole insistentemente en el entrecejo y diciéndole con ternura,

milana bonita,

(Los santos inocentes)

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