domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Había salida?


sin salida
¿Hay salida?
Me quedo quieto, cierro los ojos, respiro, respiro….respiro más pausadamente, intento pensar….No he reparado en una posibilidad, había una entrada, o sea…giro la cabeza y, ¡si!, la puerta está entreabierta.
Recorro los cinco metros que me separaban de la puerta rápidamente y subo las húmedas escaleras con ansiedad. Llego a la planta y estoy el pasillo debajo del cual me encontraba antes, abierto al fondo, con acceso a un patio con árboles. Lo recorro más tranquilo, llego al patio, pero sigo pensando…. Me doy media vuelta, hasta el inicio del pasillo, me recuesto en la pared y me quedo mirando…
La planta/techo es de madera, las vigas también. El espacio en el que se alojan las vigas es pequeño, no parece que hace mil años las hicieran así, más bien eran de dimensiones considerables….Tampoco que el piso fuera de piedra: en el resto del monasterio hay bastantes techos de piedra bien conservados…
Si había techo piedra, el piso inferior debería de estar prácticamente a oscuras, sólo con la débil luz de dos ventanas. ¿A que se destinaba este pasillo? Es demasiado ancho para servir únicamente de paso a la puerta del fondo. No parece útil como almacén o granero, sería demasiado húmedo.
 en el piso superior
El del piso superior parece lugar de paso, quizás de charla entre los hermanos, de paseo…Entonces, ¿serían de paseo los dos? ¿Quién pasearía en el piso inferior y quién en el superior?
Me siento en una puerta y me asaltan unas cuántas hipótesis. Cada vez me parecen más descabelladas…
Monasterio, misticismo, pero convivencia, debilidades, culpa…
Seguro que algunos hermanos expiaban pecados en el silencio, obscuridad y humedad del piso inferior. ¿Serían voluntarias estas estancias, para superar la debilidad y reforzar la fe, en estas duras condiciones? Tal vez eran impuestas, como castigo ejemplarizante, o para doblegar alguna voluntad, alguna férrea voluntad, que se oponía ¿a qué? No es fácil saberlo, en una convivencia tan masculina.
Si el piso era de piedra, el aislamiento sería duro, pero más todavía en la hipótesis de la madera; esta permitiría la vigilancia o las miradas de los que estaban “arriba”. ¿Serían comprensivos con las faltas de sus compañeros o servirían para zaherir más al pecador y ablandarlo antes?
Me levanto. Llevo demasiado tiempo en el monasterio pensando tonterías. Me salgo inmediatamente. Necesito pasear por el pueblo, recuperar el calor y el presente y admirar el tejo milenario…
Había salida, pero no se si tenía peaje…

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